miércoles, 8 de diciembre de 2010

2.5. AGENTES EDUCATIVOS E IDELOGICOS


FUENTE:
Villoro, L. (1996)
EL PODER DEL VALOR Y EL DINERO
Fundamentos de una ética política
Fondo de Cultura Económica

En el curso de Filosofía I, vimos el tema Humanización, que consiste en ilustrar a la humanidad en los valores culturales que se han producido a lo largo de la historia, sensibilizar, rescatar la ética por ser la mejor manera de devolver a los humanos su dignidad y racionalidad.

En el núcleo temático I de Filosofía II, hemos examinado como los seres humanos reducen las distancias, a través de los medios de comunicación generándose un proceso de transculturación, esto permite la imitación entre todas las culturas dando lugar a una cultura humana más rica.

Para este tema se retoma una parte del texto “EL PODER Y EL VALOR Fundamentos de una ética política” de Luis Villoro.

El Pensamiento Reiterativo. La Ideología.
Nadie construye sus creencias morales en el vacío. El individuo se desarrolla en un ámbito de moralidad en uso, consensual, aceptada por la sociedad a que pertenece como uno de los rasgos que constituyen la vida común.

La moralidad social está constituida por un conjunto de reglas de comportamiento. Las acciones de cada individuo en el espacio social no podrían llevarse al cabo sin reglas variadas que le enseñasen cómo debe comportarse en cada situación. A cada función en la sociedad corresponde cierto patrón de conducta. Cada posición está sujeta a reglas. Una misma persona no puede actuar de la misma manera como profesional, como padre de familia o como ciudadano. Son esas variantes de la moralidad social, correspondientes a las distintas clases, condicionadas por la situación económica y social, las que corresponderían a las morales como parte de la “superestructura” de que habla el discurso marxista.

La moralidad social incluye también reglas generales, aplicables a todo miembro de la sociedad considerado ciudadano. Siguiendo sus indicaciones, cada quien sabe cuál es su lugar en el espacio real de poder, cómo debe actuar para guardarlo y no interferir indebidamente en el poder de otros.

Un “sí mismo” se va construyendo en un juego de separaciones e identificaciones con los otros, en el espacio abierto por la moralidad efectiva. Este es un primer estadio en la construcción de una identidad personal, el individuo pretende enraizar su “sí mismo” en su propio pasado y prever, a partir de éste, su rol futuro en la sociedad. No es aún la identidad propia, como elección libre de sí mismo, sino como conciencia de su sitio en la comunidad y de lo que ésta espera de él.

El comportamiento normal es el que nos muestra cómo se debe actuar. El deber ser coincide con el cumplimiento social, normal de las reglas aceptadas. El deber ser está realizado en lo que normalmente es.

La moralidad social cumple una necesidad básica: la de pertenecer a un grupo. La vida social adquiere sentido en la medida en que puede verse integrada a un todo más amplio.

En todos los campos de la cultura, el pensamiento reiterativo tiene por función mantener “lo mismo”. Es el garante de la continuidad y del orden.

Moralidad social y cultura.
Una comunidad cultural está constituida por todos los sujetos que comparten una forma de vida fundada, en la admisión de superioridad de ciertos valores. Las creencias remiten, para justificar su verdad o probabilidad, a otras creencias, hasta llegar a ciertos supuestos básicos de toda creencia, que ya son susceptibles de justificación. Estas creencias básicas colectivas indican las líneas generales en que el mundo se configura ante una cultura. Podemos denominarlas, por lo tanto “figura del mundo” de una cultura. La figura del mundo varía de una cultura a otra. En cada caso, la moralidad social opera reiterando los valores básicos de la figura del mundo, que presenta unidad y sentido a una comunidad cultural. Por otra parte, la interpretación de los grupos dominantes en la sociedad es la que priva en las creencias generales de esa sociedad.

Los valores de interés general, al ser interpretados, sirven a un interés particular. Las reglas de la moralidad social son aceptadas espontáneamente, por imitación, sumisión y desidia, pero pueden también tratar de justificarse. Entonces pueden desembocar tanto en una ética del orden como en su interpretación ideológica.

El concepto de ideología.
Las ideologías proponen valores a realizar y ofrecen una interpretación de la vida social que pretende traducirse en una acción política.

Se entiende por “ideología” generalmente un marco de creencias y actitudes comunes a un grupo social que ordena las creencias de cada individuo perteneciente a ese grupo y le prescribe reglas de comportamiento. Son más resistentes a las innovaciones que los “credos” religiosos o morales y exigen un alto grado de adhesión afectiva. Esas creencias forman un sistema organizado que es aceptado por autoridad y cumple una función de dominio. Así, se habla de la ideología de un partido o movimiento político (la ideología anarquista, o nazi, o bolchevique), de una tendencia o mentalidad política (conservadora, liberal, monárquica), o de un grupo social (de los terratenientes, de la pequeña burguesía, del proletariado).

Lo que caracteriza a la ideología no es su relación con la razón, teórica o práctica, sino su función directiva del comportamiento.

Una interpretación marxista: Se entiende por “ideología” un conjunto de creencias condicionadas socialmente por las relaciones de producción. Las ideologías expresan una manera de ver el mundo y las relaciones sociales propias de cada clase, y responden a sus intereses particulares. Podría hablarse por lo tanto de una ideología “proletaria” frente a otra “burguesa” y de ideología “verdadera” y otra “falsa”. En esta interpretación, la noción de ideología está ligada a la de “superestructura”. La ideología de cada clase representaría, en la “superestructura”, su posición en las relaciones de producción.

Si hemos de ser coherentes con esta noción de “ideología”, toda moral resulta “ideológica”, todo comportamiento social está dirigido por una “ideología”.

Sin embargo, el concepto estricto de ideología no se aplica a todas las creencias y enunciados condicionados socialmente, sino sólo a aquellos que cumplen con ciertas características.

Las creencias compartidas por un grupo social son ideológicas si y sólo sí:
1) No están suficientemente justificadas (el conjunto de enunciados que las expresan no se fundan en razones válidas).
2) Cumplen la función social de promover el poder político de ese grupo.

Hay creencias falsas porque su justificación racional es errónea, pero hay otras (las ideologías) que se aceptan por motivos sociales, aunque sean injustificadas.
La ideología responde al interés particular de poder de un grupo social. Pero no puede imponerse a los demás sin hacerse pasar por el término de un interés general. La ideología consiste en una operación mental por la que los valores subjetivos, propios de un grupo, se presentan como si fueran valores objetivos.

Las ideologías consisten en un engaño: presentar creencias que responden a motivos interesados, como si se fundaran en razones válidas para todos.

Quien está sometido a una ideología cree sinceramente que sus creencias están fundadas en razones suficientes. El ideólogo presenta las creencias que lo benefician, como si respondieran al bien general. La ideología sirve par reproducir una estructura de dominio.

Ideología y ética.
No toda moral es reducible a simple ideología. La ideología presentan como valores objetivos los que responde a las necesidades de un grupo; la ética, en cambio, está constituida por enunciados que se fundan en razones válidas con independencia del punto de vista de cualquier grupo específico. Las ideologías acuden principalmente a prejuicios, sus razones no resisten una argumentación crítica; la ética en cambio, se funda en las razones que validan un conocimiento personal y pueden confirmarse en “valoraciones originarias”.

Las ideologías son motivadas por el afán de poder, la ética por la tensión hacia el valor. La una sirve a la dominación de un grupo, la otra a la realización del bien común.

Todo poder pretende legitimarse con un discurso que contiene algunos principios éticos. Todas las ideologías, aun las más atroces, hablan a nombre de valores. La práctica de la Inquisición no se entiende sin la voluntad de realizar, a su manera, una moral religiosa de la salvación humana. El individualismo salvaje del capitalismo competitivo se lleva a caco en nombre de una ética de la libertad de la persona.

Las ideologías tratan de conciliar dos discursos: un discurso ético y otro del logro del poder.

La doctrina ética que invoca una ideología no es, ella misma, necesariamente ideológica. La ideología consiste en la interpretación interesada de esa doctrina y en la argumentación que permite derivar de ella la justificación de un poder político. Así, una ideología, aun siendo falsa, puede incluir proposiciones éticas justificadas. Por ejemplo, los miembros de “Provida”, favorables a la represión jurídica del aborto, sostienen que el aborto es el asesinato de una persona humana. Esta es una valoración particular, que puede o no ser cierta, pero que no está fundada en datos científicos, no tampoco es compartido por todos, pues muchos disienten que el feto tenga las características de una persona.

La posición libre de distorsión ideológica no consiste en negar simplemente lo que dice la ideología, sino en restablecer la distinción entre principios éticos y valores subjetivos.

Como actividad complementaria al contenido temático ya visto, y en apoyo a las actividades del Programa de Acreditación en Grupos Colaborativos (PAC), debes de realizar las siguientes actividades:
1. Resumen del tema, que deberá de ser como mínimo, media cuartilla y como máximo una cuartilla.
2. Realizar un cuadro o un mapa conceptual sobre tema revisado.
3. Como aplicarías el tema en tu vida cotidiana.

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